Históricamente, cada diciembre aumentan las renuncias y los despidos porque empresas y empresarios recortan puestos, o cambian a su personal, también los trabajadores buscan nuevas oportunidades, y existen empleadores que recurren al despido como estrategia legal cada año.
En este diciembre, se perdieron 405 mil 259 empleos formales, es la peor caída para el mismo mes desde que el IMSS tiene registro (1997), tendencia que se ha acentuado en los últimos años.
En términos anuales, 2024 cerró con 213 mil 993 nuevos trabajos formales, y aunque es una buena noticia cerrar con más empleos, es el año con la menor cifra de creación de empleo formal desde 2020 cuando se perdieron plazas por la pandemia de COVID-19.
La creación de empleo formal se ha desacelerado, esto es importante porque incide directamente en el crecimiento económico del país, el 45.4% de los trabajadores están bajo un esquema formal, son responsables de producir el 75.2% del producto interno bruto.
Actualmente, nuestro país atraviesa por mínimos históricos de desempleo, en octubre pasado la tasa de desocupación tocó su nivel más bajo desde que se tenga registro (2006), y esto pudiera explicar que el empleo formal crezca menos, cada vez hay menos personas esperando integrarse al campo laboral.
Pero existe una base muy amplia de trabajadores en la informalidad que representa el 54.6% de la población con trabajo, alrededor de 32.8 millones de pobladores quienes pudieran ser integrados a la formalidad, si bien ha disminuido ha sido lentamente. En 2009, la tasa de informalidad alcanzó su máximo de 59.8%, y tras 15 años ha disminuido sólo 5.4%.
Crear empleo informal es un problema complejo con múltiples causas, puede ser por falta de oportunidades, trámites engorrosos para integrarse a la formalidad, altos costos o factores culturales como en la agricultura y el comercio que en su mayoría son trabajos por temporada.
Erradicar este problema es un desafío que requiere de políticas públicas sostenidas y de largo plazo, es la oportunidad del gobierno federal para evitar que miles empleadores mantengan en la precarización a millones de personas. Además, el empleo formal pudiera impulsar nuestra economía, cada vez más desacelerada.